Corría la noche de ayer. Después de hacer todas las tareas de (m)amá de casa, de blogger, de amiga y de skypear con la familia estaba agotada. Me dolía el dedo meñique de tanto teclear y limpiar. S- Ven, te voy a consentir. Túmbate que te hago un masaje. Sra. Desmadres- ¡Uy que bien! Venga,…
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