Es increíble- y agotador- la necesidad de querer conocer todo de un niño pequeño a través del famoso ¿por qué? No estará tranquilo hasta que después de diez horas mareando la perdiz le confieses- y de paso te confieses a ti misma abiertamente en público- con un clarito “no sé”. En eso radica toda la diversión…
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