Es increíble- y agotador- la necesidad de querer conocer todo de un niño pequeño a través del famoso ¿por qué? No estará tranquilo hasta que después de diez horas mareando la perdiz le confieses- y de paso te confieses a ti misma abiertamente en público- con un clarito “no sé”.
En eso radica toda la diversión del juego. En que los padres acepten en voz alta -a la millonésima vez -que en efecto no saben el por qué de todo. Aunque seas “su madre” y le repitas con voz seria “porque lo digo yo” hay un punto de inflexión en el que simplemente aceptas socráticamente que no sabes nada. ¡PUM! Te quedas ahí como idiota con el mando de “ser madre y de saberlotodo” y resulta que no sabes por qué los coches no pueden cruzar el océano.
Así que hoy me confesaré ante ustedes-ahora que nadie me lee- que realmente no sé el por qué de muchas cosas. Sé que alguna vez estudié por qué el cielo es azul, por qué no hay oro debajo del arco-iris, por qué si no uso el jersey me enfermaré como tantas veces me lo gritó mi madre. Pero hay otros porqués- sobre todo en temas infantiles- que simplemente no estudié.
¿Por qué las niñas pequeñas disfrutan tanto al desvestir y dejar en pelotas a sus muñecas? ¿Por qué el suelo resulta tan cómodo? ¿Por qué no quieren irse a la cama? ¿Por qué las verduras son repelentes? ¿Por qué el rosa y el azul son mejores que el amarillo y el verde? ¿Por qué los cordones de los tennis se desatan solos y no se atan tan fácilmente? ¿Por qué es tan difícil hacer una bomba con un chicle? ¿Por qué guiñar con un ojo no sale a la primera? ¿Por qué tenemos dientes que se caen? ¿Por qué no se puede comer Nutella de comida y sólo de postre? ¿Por qué tengo que hacerme mayor?
Así que después de ser bombardeada por millones de por qués me decidí hacer un ejercicio de viernes: Critter y yo cenamos hot-cakes (tortitas) hasta que las comisuras de los labios estuviesen bien pegajosas de miel, hemos despelotado juntas todas las Nenuco y Barbies riéndonos del frío que estarán pasando y lo más divertido de todo he decidido no reñirla y unirme a ella en lo más divertido que he hecho hace mucho:SALTAR EN LA CAMA…
¿Por qué no lo hacemos a diario?– preguntó Critter.
No lo sé…
Echar desmadre, soltarse la melena, relajarse y disfrutar del viernes…como cuando éramos pequeños….
¿ALGUIEN SABE POR QUÉ NO LO HACEMOS MÁS SEGUIDO?
Ains, me acuerdo yo cuando mi hermano era chiquitillo y no paraba de preguntar el por qué a todo… aunque llega a ser muy cansao, ojalá conserváramos de mayores parte de esa capacidad de entender y asombrarnos con el mundo.
Besos!
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¡Qué post más bonito! ¡Y se me había pasado por alto!
Yo le temo a esta época llena de porqueees pero me encanta tu solución ¡tomo nota!
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Jaja, me he reído mucho.
La clave para ganar la batalla es llegar a una respuesta circular, de forma que el niño caiga en un bucle. Ahí ya no tendrás que pensar, solo aguantar.
Un saludo.
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porque si lo hiciéramos más a menudo perdería la gracia… dile a un niño que no lo haga y se emperrará en hacerlo.. déjale y en seguida perderá el interés…
Muy buena tu reflexión… y sobre todo las preguntas sin respuesta 😉
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Yo no sé el porque de muchas cosas, pero sí se que me gusta ese plan de disfrutar de las cosas como niños, por ejemplo saltando en la cama!!
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“Porque” al hacernos mayores muchas veces nos preocupa mas encajar en lo socialmente establecido y seguir los “codigos de buena conducta preestablecidos y socialmente elogiados” que disfrutar. Gran error, sin duda. Asi que la proxima vez me apunto a vuestro plan. Un besazo! Y la foto preciosa por cierto
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Nos hacemos mayores y nos olvidamos de los “por qué” más importantes…
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yo estoy agotada ya de tanta diversión, y llevo solo 5 días… AUXILIOOOO!!!
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Lo inesperado siempre es mucho más divertido! Lo malo es que no se puede hacer todo el tiempo, lo bueno es que así rompemos la rutina.
A mis changos les encanta lo inesperado (especialmente cenar wafles) y aunque con M3 es muy duro romper la rutina, creo que en el fondo el también aprecia esos momentos de locura súbita.
Bravo por el no saber nada de nada! Qué a final de cuentas los mejores filósofos son los que no saben e investigan, por eso los niños son complicadamente filósofos por naturaleza! Bravo también por la locura, que si no, esta vida sería demasiado BLAH!
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Porque a veces nos perdemos en obligaciones y no sabemos desconectar. En eso los peques nos lelvan mucha ventaja… Habrá que re-aprender a dejarse llevar!
Muas!
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Desde que lo vi me encantó aquél video que se titula “15 días de agosto”, en él un niño relata que no anhela ser adulto, que los adultos se cansan, son aburridos, trabajan muchas horas para sólo disfrutar unos 15 días al año. No valoran los pequeños momentos y nos perdemos de las geniales sensaciones.
Ahora que paso todas las tardes sólo con Alex, en muchas ocasiones me he preguntado ¿por qué no lo dejo mojarse, revolcarse en la tierra, dar tremendos saltos en la cama y unirme a sus fechorías? Me declaro aburrida, lo más que hago es bailar, cantar y salir a jugar futbol con él, sin embargo veo cómo su papá juega rudo, lo lanza, gritan, ríen a carcajadas y demás. Sé que me falta soltarme más, desgreñarme, moverme, que me deje de importar ver cochinito a mi hijo, permitirle ser… sólo que mi trabajo y los quehaceres me dejan agotada, de pronto me estresa saber que por más que lavo trastes y ropa nunca termina la condena; es ahí cuando uno entiende y se imagina lo que pasaron nuestros padres.
Tendré que tomarme multivitamínicos y centrarme en que no siempre será pequeño y necesita gozar de la vida, tanto como yo a mis casi-30.
Sobre el Por qué, por qué y porqué… te diré que yo sigo siendo preguntona. Comenta mi madre que sufría las de Caín cada que llegaba con “¿puedo preguntarte algo?” jajaja. Ahora el que sufre es Davi jo jo jo
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Porque somos tontos…sí, así claro. Porque somos tan tontos que nuestra vorágine diaria nos hace olvidar lo que se puede llegar a disfrutar con esas pequeñas cosas que tenemos en casa. Priorizamos nuestras responsabilidades a nuestra diversión y eso sólo nos hace infelices. Así que salta, y salta sin parar 🙂
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¡Ay qué envidia! Entre el percentil de mi bichilla y mi tipo de vaca-burra ¡nuestra cama no resistiría tremendos saltos!
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Qué bonita la foto, Desmadres… Supongo que lo de soltarse la melena es algo para hacer de vez en cuando. Si vivimos desmelenados no lo disfrutamos igual. Un besote!!!
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Jajajaja que fase tan divertida. Nosotros estamos plenamente sumergidos en ella.
En una de esas mil preguntas que hace un día me pregunto que por que había dado un salto y le digo “yo que sé” y me contesta “y por qué tú que sé? Para volverse loco 😀
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Porque se convertiría en rutina y eso ya no es divertido . Lo verdaderamente valioso es esos momentos especiales que guardamos en nuestros recuerdos.
En cuanto a los porqués de los niños , aunque nos vuelvan loca , es bueno ,porque aprende a observar con ojos curiosos su alrededor y a cuestionarse todo . Así que sí no sabemos buscamos con ellos la información , otras veces le echamos imaginación , pero nunca le cortemos sus ansias de saber .
¡Buen finde!
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No lo sé, jejeje!!
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Porque vivimos en la inmediatez, en ahora hay que hacer esto ya, después toca esto otro… Y así, se nos van escapando las cosas más bonitas e importantes de la vida.
Preciosa foto. Me ha gustado mucho la entrada.
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Porque no sería tan divertido, perdería el encanto.
Preciosa la foto.
Besazos
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